Poseedora de una fuerte sensualidad que se expresa en bajo perfil pero que se adivina, María Martha Pichel se abandona a evidenciarla sin embargo, en sus obras eróticas. No en todas las escenas la cercanía llega al abrazo, a veces es el instante antes o después de ser o estar en el otro o los momentos de la autosatisfacción. Calados precisos y de sutil elaboración, líneas puras e impactantes en su delicadeza, muestran un concepto de intimidad que habla de una forma celebratoria de la femineidad y masculinidad, del erotismo y del vínculo con otro. Cuerpos que se descubren festivamente en luminosas transparencias, el amenazante bisturí se vuelve curva, mirada, pincel, la muestra a ella que mira la escena y a veces está en ella, o se adivina que podría estar en esa forma de regodeo en la sensualidad. Curadora: Patricia RizzoMaría Marta Pichel (1966) cala quirúrgicamente el papel, como si quisiera poner límites a sus figuras y fondos. Hablan, se expresan, gritan en aparentes preguntas. ¿Es el silencio?. ¿Es el acorde?. Ellos son. Son ellas. Honda y Procaz, en la intimidad su “bisturí” danza entre los sólido y lo transparente, creando líneas, cuerpos, hojas, en la cosmogonía de la artista. Curadora: Roxana Punta Álvarez