Entretanto puede significar un instante de presente inmenso, o un estado flotante mínimo. Entretanto de Margarita García Faure es un conjunto de imágenes latentes (están vivas, pero a su vez parecen en un estado de formación entre el vacío y la imagen definitiva y tienen la energía latente necesaria para que su sustancia cambie de estado) producidas entre dos viajes de exploración pictórica: a la Antártida y al desierto mexicano. Cada uno de estos viajes tuvo su serie y Entretanto es aquella híbrida y compleja selección que se encuentra entremedio de esos dos momentos de la artista, caracterizados, cada uno, por la absorción de gran cantidad de información nueva y un fuerte período de producción. Entretanto es un limbo entre el hielo y el desierto, y si a ese anclaje temporal se le da un espacio -Entre( )tanto- estamos ante un proceso cuantitativo e interno de edición y fusiones. Es así como, desde una narrativa íntima, esta serie de Margarita se para en el epicentro del huracán, donde todo lo que estaalrededor no frena su movimiento. Desde el relato individual su pintura alcanza los problemas actuales de la pin- tura: la temporalidad, la invención y el reflejo del contexto. Los tajos de Margarita no solo aluden al momento cuando Lucio Fontana abre un espacio concreto en la bidi- mensión del cuadro, sino que trabajan inicialmente sobre el pragmatismo: sus agujeros permitían que el viento de la Antártida atraviese la tela. La pintura no habla solo de pintura: es una máquina para capturar lo que está por fuera de cuadro, una red que registra el viento y las huellas de la intemperie. Margarita se pregunta de esta ma- nera por el efecto del tiempo y del contexto en la obra. Y esos tajos, repetidos como un ritual autómata, pero ma- nual y expresivo, se fusionan con un opuesto, tratando de encontrar el limbo. La profundidad y las sombras se combinan con fondos monocromos en plateado, dorado o cobre. La tela no solo abre hacia un más allá detrás y hacia el contexto en su etapa de producción, sino que refracta hacia adelante; son fuentes de luz que buscan in- vadir el espacio de exhibición. La pintura se activa en el momento de percepción, donde las gamas de colores iri- discentes cambian su propiedad ante el movimiento del espectador. A su vez, estos monocromos contienen relato: es la luz cegadora que rebota en la nieve, la luz del desierto y, por qué no, una alquimia del tiempo que viaja desde las minas de plata y los ídolos dorados mexicanos hasta la superficie del brillo contemporáneo o la luz es- pacial de una pintura proyectada en superocho. Son las luces y las sombras materializadas en una tela doble faz hecha objeto, es una pintura-performance reflejando la luz del desierto y envolviendo personas, una máquina pic- tórica que registra los fenómenos naturales de la Antártida. La pintura ya no es sólo pintura, es temporalidad, edi- ción, invención, contexto, objeto y cuerpo. Y entremedio de estas experiencias que destronan el reino de la bidimensión, entre lo que rebota hacia fuera y lo que propone un interior más allá, hay un corte geológico afectivo, una feta límbica en el momento preciso, nebular, de una figura en formación y movimiento. Esta serie, realizada entre viajes con diversos registros de la natura- leza, entre momentos metabólicos de información, edición y producción con varios elementos entretejidos en limbos, no busca la confusión sino la generosidad. La artista devuelve su sensación buscando simplemente que todos nosotros, mirando a la contemporaneidad en un estado de jet lag, podamos construir nuevas imágenes a partir del contexto propuesto. Javier Villa, octubre de 2012.