La arquitectura se vuelve ambigua, pierde su evidencia de representación cuando nos incluimos en un paisaje, lo transitamos, lo exploramos, le damos un destino o nos dejamos estar. Habitual y cotidiana, se impregna en cada una de nuestras acciones. Establecemos una relación directa entre esa naturaleza inicial de la imagen que se nos presenta y el modo sensible en que nos afecta. Hay una impresión, un mensaje, un principio de equivalencia reversible entre el mutismo del paisaje y su impacto en nosotros, es lo visible y lo invisible lo que define a la vez el lugar y el dilema de la experiencia, una delimitación de espacios. Ayer también te vi no se trata de una copia fiel de una arquitectura sino de lo que alcanza para producir una alteración de la semejanza. Propone un distanciamiento entre lo que el ojo puede ver y lo que no se verá jamás. No es exclusividad de lo visible, es una relación que juega al mismo tiempo con su analogía y con su diferencia. En tanto imágenes propone que en su silencio hablen, y simultáneamente las transforma en la anulación de su conversación. Las formas, lo visible, lo invisible, se relacionan entre sí según nuevos procedimientos. La imagen como presencia sensible bruta y la imagen que cifra una historia.
Inés Raiteri