Se presenta la obra Vitraux 2011, formado por trozos de tela usados originalmente por los estacionadores de autos en Buenos Aires, fácilmente reconocibles en cada cuadra por sus “trapitos”, que agitan cada vez que ven acercarse un auto. “Durante ocho meses, cada vez que estacioné mi automóvil y uno de ellos me ofreció cuidarlo, le propuse darle una propina extra a cambio de su trapito. ‘¿Cómo puedo seguir trabajando sin mi trapito?’, fue la respuesta instintiva en cada ocasión, confirmando que sin esa pieza de tela doméstica quedaría despojado de su identidad”, explica Libedinsky. “En términos conceptuales, el trapo es una bandera plantada, un espacio conquistado, apropiado y colonizado”.