Emociones predeterminadas
Sobre Downloaded de Gabriela Francone
Definitivamente todo se puede comprar en este mundo. Gabriela Francone compró un pack de 100 emociones esenciales. Luego de una recorrida por las góndolas del mercado de sentimientos on line la artista recibió en su domicilio virtual 10 carpetas que contenían variantes de sentimientos y se convertirían en parte de la materia prima de esta muestra. Internet está lleno de imágenes pero también pone a disposición la posibilidad de construirlas, aun siendo un analfabeto en programación. Los tutoriales han reemplazado a los maestros, el autodidactismo es la nueva academia. Las imágenes como (al)ready mades están a la orden del día. El video de bienvenida al programa gratuito para realizar tus “propios” diseños apela al deseo de ser un artista, invitando a adentrarse en la creación y poder lograrlo gracias a las bondades del producto. Pero sabemos que con eso no basta. La accesibilidad creciente al mundo de las imágenes predeterminadas no garantiza que se pueda ser un artista con apenas un click. Gabriela se distingue de las huestes de internautas; es una curiosa e incansable investigadora de las posibilidades del lenguaje digital y ha afinado sus obras con precisión. “Yo necesitaba un personaje”, confiesa. Y si antes los buscó en los cuadros de Roberto Aizenberg, en los muñecos inanimados de la publicidad callejera, en ciertas situaciones del mundo que convenimos en llamar real, en este proyecto se apropia de lleno del universo de esas segundas existencias que se nos ofrece bajar por Internet. Y ese rodeo lo que devela es la tremenda extrañeza de los vínculos que opera, paradójicamente, en la red global. La compañía es siempre ilusoria, estamos solos. La artista descarga personajes estandarizados para trabajarlos minuciosamente en sus luces y sombras físicas y psíquicas al componerlos en nuevos escenarios y devenires. Su gesto rememora al de Philippe Parreno y Pierre Huyghe cuando compraron a la joven Anlee, personaje del Manga a punto de ser desechado por esa industria, para otorgarle una sobrevida en el mundo del arte. Una joven zombie transita pantallas de pura virtualidad, deambula por los bosques envueltos de Christo, atraviesa paisajes naturales de clima adverso y lo hace en forma imperturbable. Ni siquiera la presencia de la artista autorretratada como un doppelgänger entrampado en su propia obra parecen conmoverla; ni siquiera la voz (¿su propia voz?) de muñeca abandonada la inmuta y eso nos devuelve una ráfaga helada de desolación. Su apatía es inversamente proporcional a nuestra perturbación. Gabriela descarga también un barrio o compra un bar como escenarios de un drama que ya ha comenzado sin haber sido escrito. El lugar nos transporta a los bares apenas habitados de Edward Hopper pero también, más remotamente, a las cajas arquitectónicas oblicuas de las pinturas de Giotto que muestran sus interiores recortando la cuarta pared e inician una reflexión inédita sobre los sistemas de representación del espacio. Un carrusel detenido, suspendido en una oscura espesura expele misterio. Fragmento de un parque de diversiones, que como las ciudades balnearias fuera de temporada se convierten, no sólo en la contracara del disfrute del ocio sino en los lugares más sórdidos del planeta. En esta muestra Gabriela Francone ecualiza nuestras emociones develando los artificios de la imagen; concibe una metafísica de bits para reflexionar sobre los avatares de nuestra existencia real, onírica, ficticia. Viviana Usubiaga Invierno 2013