“En el mejor de los casos el artista hoy sabe expresar una ambición, poner en imagen una intención, una sensación y de allí elegir el tema que lo definirá, desafiando la sagacidad del espectador. Este reconstruirá su imaginario y asumirá el rol de lector ingenuo o agudo. Las obras de Verónica Virasoro dan, en una primera mirada, la sensación de ser grandes pinturas-dibujos para historietas cuya narración ha sido interrumpida y que solamente nos muestra el inicio, esperando que la parábola no se interrumpa en el recorrido de la muestra hasta que finalmente sea develada. Pero no es así, ya que ella trabaja en el umbral del texto, enfatizando los dos medios genuinos de su trabajo que son el dibujo y el color. El dibujo, como decía Ingres, es la probidad del arte y en la obra de Virasoro es tan honesto que no se detiene ni titubea, es directo, limpio, claro y en su forma simple e ingenua se adivina lentamente la trampa: primero nos introduce en un mundo de imágenes ambiguas y tensas, amables e irónicas. Es en este lugar donde se devela el misterio, ella narra el dibujo, no la posible historia candorosa en la que quedamos sorprendidos en la primera mirada; el gato, la piedra o la bota, si bien atractivos, anhelan el esplendor de la línea, que es su orgullo y de donde nunca saldrán. Las telas están recubiertas de bellos colores planos que producen también otro discurso, o un simple texto que actúa solitariamente, imponiendo una segunda mirada que por un lado legitime al dibujo y por otro se manifieste en toda su inmanencia. El dibujo y el color, estas son las dos dimensiones donde la artista juega con pasión y talento, he allí su virtud”, Hugo Petruschansky.