Planteo mi obra en comunión con la naturaleza. Con el mundo natural. y lo que aquí acontece.
La naturaleza como parte de mi cotidianidad, como estímulo creador. Lo que esté relacionado con un proceso evolutivo o cíclico es de mi interés y por lo tanto se encuentra presente en la obra. El bosque, el mar, los pinos y las flores. Las estaciones, la luna, la soledad. El contraste de la presencia y la ausencia. Todo lo que queda en la memoria es traducido en el lienzo. Son paisajes que recorro día a día. Quizás imaginarios.
Las pinturas, de carácter abstracto, se encuentran inevitablemente atravesadas por el paisaje y tratan de fijar cierta experiencia que va acompañada de una continua exploración sobre el color y la forma. Está presente el vínculo con el gesto caligráfico, tomando a la línea como conductora de la forma.
En el proceso comienzan apareciendo escenas simples que van mutando y se vuelven complejas, imágenes abstractas, paisajes secretos, que asumen una identidad propia.
Las composiciones, a primera vista antojadizas y deliberadas, esconden un proceso de trabajo por capas. Lo gestual y el movimiento calculado cohabitan de mutuo acuerdo. Existe un conflicto entre lo imaginado, lo planeado y lo espontáneo, aceptando el proceso y el error como partes indispensables de la obra.