Heartscapes
Abundancia, cornucopia. Son las dos palabras que emergen cuando se contemplan las últimas obras de Carina López Winschel. Baúl de los recuerdos. Jardín de las Delicias de El Bosco. Arcano sin número del Tarot, el Loco. Forma y colores parecen fluir del centro hacia los bordes, todo es centrífugo, las formas se dinamizan no con aquella velocidad violenta de los futuristas, sino como una cascada que fluye y fluye. Esa energía acuosa, yin, lunar y femenina se refuerza con la textura acuarelada lograda con acrílico. ¿Qué nos muestra Carina de su mundo? Un sinfín de elementos aparentemente inconexos entre sí. Como en el Jardín de las Delicias mencionado hay formas asombrosas, algunas reconocibles, otras no. La estructura compositiva de cada cuadro es libérrima, de hecho no hay ni boceto ni idea predeterminada antes de enfrentar la tela en blanco, las formas y las figuras aparecen espontáneamente, sin previo aviso. Sí se pueden reconocer formas vegetales, sin el detalle de un ilustrador científico y con la imprecisión de los recuerdos vividos. Hay un una especie de agave (también llamada pita o maguey), una planta de hojas con forma de espada que crecen en zonas semiáridas; se distingue una flor conocida como “ave del paraíso” (o strelitzia), hojas verdes y enormes llamadas cerimán o “costilla de Adán”, y otras tantas flores y plantas que los argentinos hemos visto en jardines propios y ajenos sin siquiera saber su nombre. No es casual que la naturaleza aparezca de forma tan contundente si tenemos en cuenta la infancia de la artista en la provincia de La Pampa, sus primeras pinturas más ligadas al paisaje rural o incluso sus últimas vivencias de largas y solitarias estadías en la costa uruguaya. La contemplación del paisaje (sobre todo el más vacío y abismal) es para para Carina una oportunidad de meditación, de vinculación con lo simple y esencial, sólo en este estado de aislamiento puede conectarse con el todo. Además de referencias al mundo natural hay también creaciones puramente mentales, entre las manchas de color asoman figuras geométricas, no como se ven en los libros de geometría, sino como las que salen de una mente que enloquece al compás y a la escuadra. En las cartas del tarot, el Loco es la energía primordial, es ambiguo y difícil de entender, es quien se sale del sendero, el que necesita poco y nada, el soñador que no repara en las leyes y el que vive una libertad descomunal. Pues bien, esta es la energía de las obras de Carina, en sus obras todo está permitido, la abstracción junto a la figuración, un manojo de limones (o simplemente manchas amarillas) junto al hocico de su perro Oto (o solo un hocico perruno); na da parece encausarse, todo parece desbordarse, como un maremoto de emociones que la misma artista decidió llamar “paisajes del corazón”. Heartscapes.